El camino comenzó en 2015, cuando el Clínic obtuvo permisos de comités de ética y del Departamento de Salud para llevar a cabo un programa experimental para trasplante de útero en cinco casos con síndrome de Rokitansky, que son mujeres que nacen sin útero ni trompas de Falopio, pero sí con ovarios.
“Ha sido un proceso muy duro a la vez que muy bonito y a pesar de todos los riesgos ha merecido la pena”, ha destacado la mujer trasplantada y flamante mamá, Tamara Franco, en la rueda de prensa de presentación de este innovador procedimiento, en la que ha participado el conseller de Salud, Manel Balcells, y el equipo médico del Clínic.
La primera elegida fue Tamara, quien, empujada por su deseo de ser madre desde pequeña, se sometió en octubre de 2020 a una cirugía de 20 horas para el trasplante del útero que le donó su hermana.
A los dos meses, a la paciente le vino la regla, una primera señal de que el procedimiento había funcionado, ha explicado el jefe de Servicio de Ginecología del Clínic, Francisco Carmona.
El embarazo
El siguiente objetivo era que se quedara embarazada, algo que también se logró el pasado septiembre, tras más de una transferencia de embriones y un aborto.
En el embarazo, sufrió una preeclampsia, una complicación que comporta aumento de la presión arterial posiblemente derivada de la medicación que toma para evitar el rechazo del útero trasplantado.
Como se le paracticaron numerosos controles durante la gestación, el equipo médico pudo controlar la preeclampsia hasta los siete meses de gestación, cuando indujeron un parto con cesárea, que tuvo lugar el pasado 10 de marzo, sin complicaciones.
A pesar de nacer prematuro con poco más de un kilo, Jesús evolucionó correctamente durante su ingreso en la UCI neonatal y, una vez ha alcanzado los 3,2 kilos de peso y sus pulmones han madurado, ya ha sido dado de alta, así que él y sus padres ya pueden regresar a su casa, en Murcia.
Debate ético
Al ser un procedimiento llevado a cabo por la sanidad pública, no exento de riesgos para la donante y la receptora y con una finalidad reproductiva, la doctora Carmona ha admitido que pueda haber “un debate ético”, algo que ve “positivo”.
En este sentido, ha recordado que este caso ha recibido la aprobación de los comités de ética del mismo hospital y de Cataluña. También ha subrayado que ha habido previamente otros casos en el mundo, donde ya se han llevado a cabo más de 100 trasplantes de útero y han nacido más de 50 niños, lo que “da una idea del tremendo éxito de esta técnica”.
En este sentido, el doctor Carmona ha considerado que podría aplicarse ya a otras indicaciones, como mujeres con factor de infertilidad uterino absoluto, bien porque no tienen el órgano desde el nacimiento, no funciona correctamente o porque lo han perdido por enfermedad (como el cáncer), con el fin de ir avanzando y algún día poder pasar “de la investigación a la práctica clínica”.
Sobre cuándo se podría dar este salto para que esta intervención sea aceptada en la práctica clínica de un centro sanitario para casos determinados, el conseller de Salud se ha mostrado cauto: “Todo debe seguir sus pasos de evaluación y cuando tenga que ser, será”, ha expresado.