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La IA y Profesional Responsable

La inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta muy útil que alcanza ya directa o indirectamente todos los ámbitos de la vida moderna. La salud no es una excepción e indudablemente la medicina se ha beneficiado de las tecnologías digitales pero, al igual que en todos los campos, las ventajas que ofrecen también conllevan riesgos que se deben atajar.

Las herramientas de inteligencia artificial no son infalibles y, en el caso de la sanidad, su nivel de eficiencia depende de que se hayan elaborado según una serie de parámetros científicos y éticos.

La Organización Mundial de la Salud ha advertido en repetidas ocasiones que el uso inadecuado de la inteligencia artificial puede perjudicar a los pacientes mediante un diagnóstico erróneo o un tratamiento equivocado, por eso, las herramientas se pueden usar, pero las decisiones siempre deben estar a cargo de un trabajador sanitario capacitado.

El jefe de Sistemas de Información y Salud Digital de la Organización Panamericana de la Salud, Marcelo D´Agostino, habló con Noticias ONU sobre la historia de la inteligencia artificial en la medicina, sus aplicaciones actuales, riesgos y maner

Inteligencia artificial y diagnósticos

¿Se pueden hacer diagnósticos con la inteligencia artificial? D´Agostino responde que sí, pero es enfático al aclarar que esas tecnología siempre deben ser controladas o supervisadas por seres humanos. “Es decir, no dejar que la herramienta haga el diagnóstico y confiar un 100% en ese diagnóstico, porque también se han identificado algunas fallas. Siempre tiene que estar acompañado de profesionales, siempre debe tener una serie de parámetros para que uno pueda utilizarlo como instrumento de apoyo (…) la idea es que un profesional, en última instancia, sea quien tenga la responsabilidad de diagnosticar, de tomar decisiones”.

En cuanto a la robótica quirúrgica, las cirugías asistidas por robots que buscan mayor precisión en los movimientos, así como intervenciones menos invasivas, subraya que siempre deben ser controladas por humanos.

También con el ChatGPT, que puede procesar en cuestión de segundos grandes volúmenes de información y proponer un resumen, es muy importante que haya profesionales, trabajadores de la salud que sepan cómo se deben utilizar estas herramientas.

Exceso de confianza

Sin embargo, la realidad es que existe el riesgo de que los profesionales de la salud confíen demasiado en ellas y dejen de estudiar y actualizarse por cuenta propia.

“Hoy estamos en un momento de convergencia donde hay mucho profesional y trabajador que utiliza herramientas de inteligencia artificial o que tiene acceso a estas herramientas, pero que no tuvo contacto con nada de la salud digital a lo largo de su formación profesional”, explica.

D´Agostino agrega que a medida que va pasando el tiempo, “las nuevas generaciones ya se formarán con estas herramientas como parte del proceso educativo. En este momento hay mayor riesgo (…) no necesariamente la gente tiene hoy esa capacidad de discernir entre una herramienta que puede utilizar fuentes basadas en evidencia o una herramienta que no tiene ningún tipo de sustento de evidencia científica y que no se sabe de dónde está sacando la información”.

Educación digital desde la primaria

Pero el riesgo del mal uso de la inteligencia artificial no se ciñe a los trabajadores sanitarios sino que se extiende a los usuarios de internet en general, que pueden hacer cualquier consulta de salud a distintos chatbots y plataformas sin saber si la respuesta que obtendrán tiene un sustento científico ni si es adecuada para ellos.

D´Agostino apunta que los expertos en el tema han discutido mucho ese punto y saben que se trata de un fenómeno que sobrepasa a la Organización Mundial de la Salud y a cualquier otra agencia, por lo que la respuesta debe encontrarse en una alianza sólida entre el sector salud y el sector educación.

“Eso es incontrolable porque es como querer controlar la web, ya es algo que está por encima de todo y que en muchos casos tiene vida propia. Lo que pensamos que podría llegar a ser un muy buen elemento de contención es la educación desde la escuela primaria. (…) Uno de los elementos de contingencia que puede ser muy efectivo es incorporar los temas de transformación digital a lo largo de la formación de una persona en toda su vida”, dice.

Según el especialista, el problema radica en que el uso de las herramientas digitales se empieza a aprender cuando una persona ya terminó la formación universitaria e incluso certificaciones de maestría o doctorado que hoy todavía no incluyen estos elementos en todas sus dimensiones.

“La formación continua a lo largo de toda la vida de una persona podría ser un elemento de contención importante, no la solución, porque va a ser muy difícil controlar todo lo que pase en la web y en el mundo del desarrollo tecnológico. Pero si creamos esta cultura e impulsamos la educación, se puede minimizar muchísimo cualquier impacto negativo”, recalca.

Con este objetivo, la OPS trabaja con los ministerios de Educación de varios países del continente. “Tenemos muchas iniciativas. Hay un área dedicada a recursos humanos en salud, con ellos estamos implementando un programa de alfabetización digital y tenemos muchas líneas de formación que ahora estamos reforzando a partir de la aceleración de la adopción de tecnologías de información durante la pandemia”, precisa.

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