¿Te gusta bailar? Un estudio revela que esta actividad tiene efectos regenerativos en el cerebro. La investigación, publicada en la revista Frontiers in Human Neuroscience, evaluó los impactos del baile en un grupo de ancianos durante 18 meses. Los resultados arrojan grandes esperanzas sobre las bondades de la danza en la degeneración cerebral.
El baile se considera una actividad prometedora, ya que requiere la integración de varios sentidos y el control motor de todo el cuerpo, indica el reporte. Se ha comprobado que el entrenamiento aeróbico y sensoriomotor contribuye a incrementar el volumen del hipocampo cerebral —principal área involucrada en la memoria—. La investigación partió de estas premisas para develar cuáles podrían ser los alcances.
Para el estudio, se evaluó a dos grupos de personas de edades entre 63 y 80 años, quienes presentaban déficits cerebrales propios de la vejez. Algunas de ellas participaron en entrenamientos para baile y otras para aeróbicos, a fin de comparar los impactos en paralelo.
Si bien ambas actividades evidenciaron efectos sobre el hipocampo cerebral (HC), el grupo dedicado a la danza presentó mayores beneficios. «Los bailarines mostraron aumentos en algunos subcampos de HC donde no se observaron cambios en el grupo deportivo. Esto indica que además de la forma física, otros factores inherentes al baile también contribuyen a los cambios de volumen de HC».
“Los bailarines mostraron aumentos adicionales en el giro dentado izquierdo y el subículo derecho. Además, solo los bailarines lograron un aumento significativo en la puntuación compuesta del equilibrio. Por lo tanto, el baile constituye un candidato prometedor para contrarrestar el declive relacionado con la edad de las capacidades físicas y mentales”, señala el documento.
¿Cómo se realizó el experimento?
Para efectuar el estudio, se midieron los impactos sobre la neuroplasticidad del cerebro del entrenamiento en danza y aeróbicos, en los grupos de personas mencionados anteriormente. Se tuvo en cuenta evaluaciones en tres tiempos: una prueba previa inicial, una tras seis meses y otra hacia el final de los 18 meses del periodo determinado.
Es importante resaltar que, a quienes participaban en el baile, se les aplicó ciertos desafíos durante los entrenamientos. “Los pasos, los patrones de brazos, las formaciones, la velocidad y los ritmos se cambiaban cada segunda semana para mantenerlos en un proceso de aprendizaje constante”, manifestó en entrevistas la doctora Kathrin Refeld, autora principal de la investigación.