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Síndrome del Acento Extranjero

El 6 de septiembre de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Oslo, ocupada por los alemanes, fue bombardeada. El ataque alcanzó entre otros a Astrid, una mujer noruega de unos 30 años que no pudo llegar a ningún refugio. Sobrevivió, pero las graves heridas que sufrió en su cerebro paralizaron la parte derecha de su cuerpo y, durante meses, le impidieron poder hablar.

Cuando por fin recuperó esa capacidad, algo había cambiado en su pronunciación. Sonaba diferente, con un acento que muchos asociaron con el alemán. De repente, Astrid hablaba como aquellos hombres que desde 1940 habían ocupado el país, con el característico deje que tenían cuando empleaban el noruego. Astrid nunca había salido de Noruega ni había tenido nunca ningún tipo de relación con Alemania pero a partir de entonces fue tomada por oriunda de ese país, lo que le complicó mucho la vida. Desde ser tomada por espía a que nadie quisiera atenderla en las tiendas: la animadversión al país ocupante recaía una y otra vez sobre esta mujer, que no podía evitar aquel acento extranjero en su forma de hablar.

Dos años después del bombardeo, el neurólogo Georg Herman Monrad-Krohn comenzó a estudiar su caso, el más célebre del llamado síndrome del acento extranjero, un trastorno poco común que refleja el fascinante funcionamiento del cerebro humano.

“El síndrome del acento extranjero es un trastorno neurológico en el que las personas que lo padecen adquieren una alteración del habla que se asemeja a un acento extranjero», explica Ayoze González, jefe del servicio de Neurología y Neurofisiología Clínica del Hospital Universitario de Gran Canaria Dr. Negrín. Generalmente, subraya, «este cambio se presenta sin que la persona haya estado expuesta previamente a ese idioma o acento en particular”.

“No es que quienes sufren este síndrome comiencen a hablar en otra lengua. Siguen hablando el mismo idioma. Lo que se producen son cambios en la entonación o la modulación del lenguaje que, a oídos del entorno, recuerdan un acento extranjero o de otra región”, aclara Carlos Tejero, neurólogo del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza y miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN). El origen del trastorno se debe generalmente a una lesión en las estructuras cerebrales relacionadas con el lenguaje, aclara.

Aunque sí el más conocido, el de Astrid no es el primer caso del síndrome del acento extranjero recogido en la literatura médica. En 1907, el neurólogo francés Pierre Marie describió el cuadro de un paciente que, tras sufrir un ictus, había perdido el acento parisino que había tenido durante toda su vida para empezar a hablar con el deje de los habitantes de Alsacia, una región alejada con la que el afectado no tenía vínculos.

Desde entonces, se han descrito decenas de casos de este curioso síndrome que demuestra el intrincado y elaborado proceso que debe producirse en nuestro cerebro cada vez que hablamos. No solo para articular las palabras que queremos pronunciar, sino para que estas suenen con el tono, el ritmo o la prosodia adecuadas.

UN ACENTO IRLANDÉS DEBIDO AL CÁNCER DE PRÓSTATA

El último de estos casos se publicó a principios de este año en la revista British Medical Journal Case Reports. En el artículo, investigadores de la Universidad de Duke (Carolina del Norte, EEUU) describen el caso de un hombre estadounidense de unos 50 años que, pese a no haber vivido nunca en Irlanda ni tener relación con el país europeo, comenzó a hablar con un marcado acento irlandés tras sufrir un cáncer de próstata metastático que acabó afectando a su cerebro. Según explican, se trata de la primera vez que el síndrome del acento extranjero se asocia con un tumor de este tipo, si bien se habían descrito previamente casos de síndrome del acento extranjero relacionados con otros tipos de cáncer, como el de mama o el cerebral.

“La mayor parte de las personas que presentan este síndrome lo hacen porque han sufrido un ictus, aunque hay otro tipo de lesiones cerebrales, producidas por trastornos inflamatorios, traumatismos o incluso el cáncer que también pueden provocarlo” ,  confirma Ayoze González.

“Asimilamos algunas modulaciones del lenguaje a una determinada lengua o idioma, pero es algo muy subjetivo. Diferentes personas pueden identificar distintos acentos cuando escuchan a otro”,  señala Tejero, que a lo largo de 25 años de carrera ha atendido a dos pacientes con síndrome del acento extranjero. El primero de ellos, un hombre aragonés, desarrolló tras un problema neurológico un acento que al equipo médico le recordó al asturiano. El segundo, recuerda, también un varón nacido y criado en España, comenzó a hablar tras un daño cerebral con un acento que él asociaba con el este de Europa,

“Estos cambios muchas veces resultan muy duros para los afectados”, subraya Tejero. “No lo pueden controlar y de repente ven que son percibidos como extranjeros o que su entorno piensa que están inventándose una manera nueva de hablar. No se reconocen, por lo que puede llevarles al aislamiento social o a la depresión”, subraya el especialista.

Johan Verhoeven, profesor de Fonética Experimental de la Universidad de Londres recogió en un reciente artículo en The Conversation el caso de una mujer estadounidense que, después de desarrollar el síndrome del acento extranjero y pasar a hablar inglés con acento británico en lugar de americano, optó por emplear también términos más comunes en Reino Unido (como ‘lift’ en lugar de ‘elevator’ para referirse a un ascensor) harta de tratar de explicar que su nueva forma de hablar era resultado de un ictus.

En muchos casos, el síndrome del acento extranjero viene acompañado de otros signos de alteración neurológica, como la afasia y la parálisis que padecía Astrid, pero en otros, el único signo de trastorno es el cambio en el acento. «Cuando, como neurólogos, nos encontramos con estos casos intentamos estudiarlos muy a fondo, analizando en qué estructuras está la lesión o qué naturaleza tiene porque nos ayuda a comprender muchas cosas sobre el cerebro que todavía no conocemos. Sabemos que hay distintas áreas involucradas. Se ha demostrado, por ejemplo, en una persona que habla varios idiomas el acento extranjero solo produce cuando habla una determinada lengua, no todas las que maneja», señala Tejero. Además de las lesiones cerebrales, también se ha relacionado la aparición del síndrome con otras causas de origen psiquiátrico.

RECUPERACIÓN DEL SÍNDROME DEL ACENTO EXTRANJERO

A veces, el síndrome es reversible y quien lo sufre recupera su acento habitual. Es el caso del cantante George Michael, que según recogieron varios medios, despertó del coma que sufrió por una neumonía en 2011 hablando con un acento del Oeste de Reino Unido, en vez del londinense habitual. El trastorno, no obstante, fue temporal.

Esta recuperación, según explica Ayoze González, depende fundamentalmente de la causa y la extensión de las lesiones que provocan el síndrome. «Si la causa es un ictus y se puede instaurar tratamiento de manera precoz, se pueden resolver las manifestaciones clínicas, incluido el síndrome del acento extranjero», señala. Por otro lado, si las lesiones «son localizadas y de pequeño tamaño», también hay más posibilidades de revertir el síndrome.

La autopsia de Astrid mostró una grave lesión en el lado izquierdo de su cerebro que hizo imposible que ni ella ni su voz volvieran a ser las mismas. Murió en 1971.

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