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Trombosis del viajero, un riesgo en trayectos de más de cuatro horas

 

La Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) ha emitido una advertencia sobre la trombosis del viajero, también conocida como síndrome de la clase turista. Esta condición se refiere a la formación de coágulos sanguíneos en las venas de las piernas, con el riesgo de que puedan desprenderse y migrar hacia la circulación pulmonar, lo que puede provocar enfermedades de mayor gravedad.

El presidente de la SETH, Joan Carles Reverter, explica que la incidencia de estos episodios trombóticos depende de la duración del viaje y de factores de riesgo individuales. Los especialistas indican que la asociación entre la trombosis venosa y los desplazamientos prolongados es más evidente en viajes superiores a 4 horas y, especialmente, en aquellos que superan las 8 horas de duración.

Uno de los desafíos principales es que la mayoría de los coágulos no presentan síntomas al principio, lo que dificulta el diagnóstico. Sin embargo, algunos síntomas que pueden indicar la presencia de trombosis incluyen dolor, hinchazón y enrojecimiento de la pierna en un tramo específico (por encima o por debajo de la pantorrilla). El dolor tiende a aumentar cuando se presiona el área afectada.

Existen varios factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar trombosis venosa durante un viaje. Estos incluyen la edad avanzada, antecedentes de trombosis previas, cirugía o traumatismo reciente, embarazo, uso de anticonceptivos orales, obesidad, cáncer o predisposición genética a la trombosis. Durante el viaje, la inmovilización prolongada es uno de los factores principales, y otros factores que contribuyen son la deshidratación, la disminución de los niveles de oxígeno y la reducida presión atmosférica (hipoxia hipobárica).

La SETH proporciona recomendaciones para prevenir la trombosis del viajero. Para aquellas personas sin factores de riesgo que realizan viajes prolongados, se recomienda evitar la ropa ajustada, mantener una hidratación adecuada y realizar ejercicios regulares, como caminar durante el vuelo o en el tren, así como ejercicios de contracción y extensión de las piernas. En algunas personas con factores de riesgo, además de estas medidas generales, se aconseja el uso de medias de compresión moderada en las piernas o el empleo de fármacos que interfieren en la coagulación de la sangre, como las heparinas.

Es importante tener en cuenta estas recomendaciones y, en caso de presentar síntomas o factores de riesgo, consultar a un médico antes de emprender un viaje prolongado.

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